domingo

ya no hay siquiera párrafos, sino líneas sueltas, inconexas, inconducentes, incluso ilegibles, que me arrastran de a poco al homicidio de todo lo que surge a partir del vagabundeo por estos pasados a los que me remiten las otras pestañas. replantearme las armas, debería. no sirve martillarlo y aplastarlo. eso deja moretones. no sirve la sangre acumulada avioletando la superficie. arrancarlo, hay que. extirparlo, hay que. cortarlo al ras muy rápido y de un golpe. y después sí. que la sangre suba y el pus y los restos se escupan con violencia, que vomite la carne y estornude la piel y no queden rastros de lo que hubo o pudo haber habido.

sábado

pequeño párrafo catártico III

e inmediatamente el recoveco me conduce al hombro, el hombro al oído el oído a los labios y quenimelorecuerdes que ahora no es momento. y que con esto ya me fui al carajo, con el horror al que me llevan los plurales y los posesivos y el extrañamiento ante las frases hechas. que ya no se aplican, porque en tantas cosas es lo que no debería ser, hay lo que no debería haber, que me olvido de cómo se conjugan los verbos.

pequeño párrafo catártico II

una visita a la ciudad de las luces quizás te ayude a ver tus sombras. ¿sombras de recovecos? o incluso siluetas de sombras cortaditas en algún que otro tercio, porque yo no diría que en la mitad pero en la mitad de la mitad primera te esterías viendo reducida. mejor que los planes sean a corto plazo, que la moneda de cambio tiene un valor inestable y todavía no sé quién es potencia.

pequeño párrafo catártico I

no es apagada lo que estoy. las palabras puede que envilezcan pero sobre todo concretan e iluminan y podríamos ir redireccionando los reflectores, que acá nadie escribe nadie habla nadie chista nadie ensaya hasta que no se cambie de tema. que no todos los caminos conducen a roma.